sábado, 27 de diciembre de 2014

[Caos] II


A la mañana siguiente me desperté relajada. Hacía tiempo que no dormía de un tirón.
Eran más de las once, así que bajé abajo, a la cocina. Aidan estaba fregando unas tazas.
- Buenos días - dije nada más entrar. Me sonrió.
La cocina era pequeña, estrecha. Seguramente no cabrían más de tres personas juntas. Las encimeras eran de esas rústicas de madera y mármol oscuro. Pero la nevera, los fogones y el horno eran bastante modernos, lo cual quedaba de una forma extraña. Al otro lado de la cocina había una mesa baja con taburetes de colores a su alrededor y una ventana.
- Buenos días - me respondió Aidan -. Hay leche en la nevera y he preparado café. No hay mucho más para desayunar.
- Me vale - contesté.
Me serví café solo en una taza y me lo bebí lentamente mientras Aidan me miraba de arriba a bajo. Sabía que le gustaba lo que veía.
- Hace mucho que no sabía de ti - me comentó -. Has cambiado mucho.
- Si - dije irónica -. Me ha crecido el pelo, y con él, las tetas y el culo.
Soltó una carcajada y cogió mi taza antes de que la dejara dentro de la pila cuando acabé. La lavó.
- Cuéntame - dije. Me miró extrañado -. ¿Qué me he perdido desde que te sacaron del orfanato aquellos maravillosos padres?
A Aidan lo sacaron del orfanato cuando cumplió quince años. Yo estaba a punto de cumplir catorce. Una pareja buscaba a un chico mayor que protegiera y cuidara a sus dos hijas pequeñas. Al principio Aidan se negó, pero hicieron todo lo posible para que cambiara de opinión. Lo acogieron como a uno más.
Y claro, al final se fue.
- Si, Hanon y Parker - miró al suelo e hizo una mueca -. Ellos eran fantásticos.
Debería aprender a callarme.
- ¿Eran? - Joder. Me mordí la lengua -. Lo siento, no...
Negó con la cabeza y sonrió con nostalgia.
- Ellos... tuvieron un accidente. No hace mucho - dijo. Se me encogió el pecho -. Yo me hice cargo de las mellizas a pesar de que los servicios sociales se negaran.
Me mordí el labio. Que triste. Realmente le había cogido cariño a esas personas.
- Aidan...
- No te preocupes - dijo, y volvió a cubrirse con esa coraza suya - Me voy a trabajar.
Salió de la cocina y yo lo seguí. Hasta entonces no me había percatado de su vestimenta. Camiseta negra con un logotipo y pantalones grises con muchos bolsillos.
- Volveré a las seis. Naveah y Bereth vuelven del colegio a las dos.
- Vale.
Se acercó a mi y me dio un fugaz beso en la mejilla.
¿Se fiaba lo suficiente de mi para dejarme sola en su casa? ¿Y con sus hermanas?
Parecíamos una especie de matrimonio: él se iba a trabajar y yo me quedaba en casa.
¿Pero qué mierdas decía? Agité la cabeza y Aidan salió por la puerta,
Subí a mi/su habitación y abrí mi maleta. Saqué unos leggins negros de deporte y una camiseta de manga corta.
Me hice una coleta y, con mis auriculares en mis oídos, salí a correr.
Hacía frío, pero pronto entraría en calor. Esperaba no perderme.
Corrí hacia el primer parque que encontré y empecé a dar vueltas en él. Un chico iba a mi ritmo desde hacía kilómetro y medio.
- ¿Intentas superarme? - le dije, manteniendo mi respiración constante,
- Si quisiera ya lo habría hecho hace rato - me respondió.
Solté una carcajada y me giré a mirarle unos segundos. Era joven, pero desde luego más alto que yo. Y era guapo, bastante guapo.
- Pareces bastante seguro.
- Lo estoy - me sonrió abiertamente cuando me adelantó.
Hice una mueca, ¿Quién mierdas se creía? Aceleré mi ritmo para adelantarle, pero él hizo lo mismo y al final acabamos fatigados, como era de esperar.
Gané, lo cual también era de esperar.
- Muy bien - dijo, doblándose para respirar -. Tu ganas.
Me dio un golpe en el hombro, y yo lo miré con una cara amenazante. Pero había pensado una cosa: no estaba mal hacer amigos nuevos.
- ¿Cómo te llamas? - le pregunté curiosa, y quizás demasiado coqueta.
- Darrow - dijo -. ¿Y tú?
- Gea.
Y después de esto nos quedamos en un incómodo silencio, el cual agradecía, ya que estaba demasiado exhausta como para hablar.
- Bueno, Darrow, creo que... ya nos veremos - dije entrecerrando los ojos, y luego sonreí.
Le di un golpe en el brazo al pasar por su lado y salí andando del parque. Luego volví a casa corriendo.

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